MADRE HAY UNA SOLA (Y MÁS QUE SUFICIENTE!!!)

Nos peinaron “bien tirante” achinándonos los ojitos y nos retaron cada vez que, con los chicos del barrio, jugamos al ring raje.
Nos vistieron con volados y puntillas y nos compraron guillerminas blancas en cada nuevo cumpleaños.
Nos enseñaron a decir “gracias” y “por favor” y fuimos castigadas cada vez que obviamos decirlo.
Nos exigieron calidad educativa y buenas notas, pero supieron entender aquella vez que organizamos la “sentada” en el colegio.
Fueron a todos los actos escolares y en más de una oportunidad nos avergonzaron frente a nuestros compañeritos por la efusividad del aplauso.
Nos pusieron en penitencia más de una vez y otras tantas nos dijeron que las habíamos desilusionado por no haberle devuelto el caramelito de más que el quiosquero nos dio equivocado.
Alguna vez nos explicaron de “la regla”, del amor adolescente y de lo malo que era para nosotras, la ingesta de alcohol en exceso y el cigarrillo.
Un buen día, nos llevaron por primera vez a su ginecólogo de confianza y nos sugirieron que evitáramos los escotes pronunciados porque en definitiva: “hazte la fama..”
Más tarde, nos hablaron de la moral y la ética, se cansaron de pedirnos cordura y sensatez e insistieron en que evitáramos los tatuajes corporales y las malas compañías “por nuestro propio bien”.
Muchas veces nos dijeron que la única herencia que podrían dejarnos sería el título universitario y aprovecharon para sugerir carreras tradicionales “pensando en nuestro futuro”.
Durante meses nos recordaron la importancia de “parecer una chica bien” porque de lo contrario, ningún hombre nos pretendería como esposas pero cuando por fin, conseguimos al adecuado, decidieron que ese muchacho era demasiado poco para nosotras y merecíamos alguien de nuestra “clase”.
El día que optamos por el concubinato, se opusieron rotundamente pero, silenciosamente, nos llenaron el departamento de muebles para que no gastemos nuestros ahorros.
Cuando por fin nos casamos, se encargaron a último momento de los detalles que habíamos olvidado y lograron hacerlos a la perfección. Más tarde, en la ceremonia, lloraron emocionadas toda la noche y se encargaron de cuidarnos la cola del vestido minuciosamente.
Y aunque sean contradictorias e inentendibles, un poco exigentes, algo críticas, bastante mandonas y, como si fuera poco, en cada nuevo día de la madre nos repitan una y otra vez, “que el día de mamá son todos los días”; mañana vamos a reconocerlas y agasajarlas porque, en el fondo, sabemos que aunque las hayamos padecido algunas veces (por no decir demasiadas), ellas serán las personas que, cuando llenas de incertidumbre abracemos por primera vez a nuestro hijo recién nacido, llorarán emocionadísimas y nos dirán lo excelentes madres que somos, aunque para ese momento todavía no hayamos aprendido a darle la teta a la criatura. Para todas las que son o lo serán alguna vez: MUY FELIZ DÍA DE LA MADRE!

Por Julieta Gáname (Texto publicado en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Sábado 17 de Octubre de 2009)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto mi mama tambien hacia esas cosas conmigo y auqnue ya no este la sigo recordando con todo el amor del mundo
me hiciste emocionar mucho...
saludos
MARCELA

luli dijo...

jajaja muy buenoooo me rei y me emosione esta buenisimo el blog a partir del sabado compro el diario y dlae para adeltante con el libro si es loq ue queres, yo lo compro jajaja
besos luli

Como para encontrarle la vuelta al mundial!!! (se hace lo que se puede chicas!!!)