¡Chau 2009…. y todo lo que no hicimos!

Fin de año, un 2010 por delante, ahí, enterito frente a nuestros ojos para comenzar a concretar todo lo que pospusimos este año.
Claro que para hacerlo, primero tendremos que sobreponernos al tan temido “balance de fin de año”, algo que para la mayoría se nos plantea como un problema en lugar de una solución.
Hay que reconocer que existen en estas épocas, tantos tipos de balances como personas en el mundo (¿O alguien no los hace?) Los hay autocríticos, destructivos y otros más livianos. Algunos ponen en evidencia lo mucho que dejamos afuera del tintero y otros, nos muestran sólo aquello que hemos generado.
Sin embargo, y aunque haya miles de ellos, repasar el año que se está yendo, comenzar a palpitar el que vendrá, hacer cálculos y premoniciones, no es sencillo para ninguna, de eso estoy segura.

Un año que termina
Como suele sucedernos, con un año a días de finalizar, llega también la desesperación por todo lo que no concretamos. Angustia e incertidumbre se mezclan en una química que podría llegar a ser altamente peligrosa.
Como si todo eso fuera poco, habrá que sumarle también la tortura del veranito y los calores, que obligan a quitarnos algunas prendas con las que hasta ahora, veníamos cubriéndonos unas cuantas imperfecciones.
Así comienzan los reproches, algún que otro enojo y las ganas de hacer, en unos pocos días, todo lo que hasta hoy no pudimos.
Quedaron atrás los trescientos y pico de días del 2009, por delante un nuevo año que se nos presenta como la posibilidad para corregir, reparar y hasta parchar todo lo que no resultó como lo esperábamos. Claro que poner primera y salir adelante no es tarea sencilla, primero tendremos que sobreponernos a situaciones que nos harán sentir en la cuerda floja a cada segundo.

Cuerpo soñado? Bien, gracias…
Cuando la temperatura comienza a levantar y el servicio meteorológico acusa más de 30 grados centígrados (a la sombra), comienzan a la vez un sin número de reproches a nosotras mismas y la sensación de no haber podido superar las dietas empezadas.
Las opciones son escasas y deliberamos un buen rato entre volvernos vegetarianas de repente, comenzar a alimentarnos a base de manzanas y agua mineral o pagar algún tratamiento milagroso.
Frente al espejo, enloquecemos para hacerle frente a las malditas estrías y celulitis, obtener un abdomen chato, un culo parado o por lo menos, un buen bronceado aunque trabajemos más de ocho horas por día.
Reflexionamos bastante, investigamos las posibilidades, hacemos números, consultamos el saldo de nuestras tarjetas de crédito, preguntamos a amigas y conocidas y de un momento a otro, nos vemos desembolsando cantidades industriales de dinero en ese lugar que promete la figura soñada en tan sólo 10 días.
Entonces, apuradas, dejamos que nos embadurnen de ungüentos dudosos, nos hagan tratamientos con nombres impronunciables y nos envuelvan de pie a cabeza en papel film, para reducir, aunque más no sea, 1 centímetro el inmenso diámetro de nuestras piernas. Todo en pos de la figura perfecta y un verano feliz.
Si revisamos la lista de prioridades lo peor es que veremos que, para nosotras, la salud no fue lo primero. Más allá de llegar a los inalcanzables parámetros de belleza que la tele nos muestra, recordamos que nuestro médico nos recomendó a principio de año, hacer ejercicio, comer sano y buscar actividades placenteras, porque nuestro corazón, músculos, columna, pulmones, riñones (o la parte del cuerpo más inesperada) lo requería.

Nada concluye al fin…
Una vez que comenzamos los trabajos forzosos para volver a sentirnos bellas, asumimos que por fin, la parte estética estará cubierta por un buen tiempo. Sin embargo, lejos de despreocuparnos sentimos que aun quedan millones de tareas pendientes que comienzan a resurgir en el momento menos indicado: fin de año.
Los temas elegidos para arremeter contra nosotras tendrán diferentes prioridades según la protagonista pero, a mi entender, todas (o la mayoría) vivenciamos esta parte del año como si estuviéramos transitando por un camino sinuoso.
Comienzan por ejemplo, los cuestionamientos de la falta de dinero o peor, la escasa capacidad de ahorro que nos prometimos en marzo y que evidentemente, no pudimos lograr.
Entre medio, las publicidades bombardeándonos con ofertas de último momento a destinos paradisíacos y con promociones accesibles, sumado a que la mayoría de los amigos, conocidos o familiares lograron guardarse algunos pesos y todos corren a contratar el paquete a su medida mientras que algunas, como yo, seguimos desafiando la matemática y pasamos largas horas frente a la calculadora intentando conseguir el dinero necesario para descansar dos semanas y pasarla bomba.
Como si todo esto fuera poco, los niños corretean por toda la casa sofocados por tanto encierro, obligándote a definir si lo poco que ahorramos lo invertiremos en quince días panza arriba o una buena colonia de vacaciones que nos permita algún tipo de respiro con estas criaturas sofocadas.
¿Queda alguna duda que la mayoría de nosotras optamos por la segunda opción?

El aguinaldo salvador
Llegando a diciembre, comenzamos a soñar con el aguinaldo tan esperado. Con los ojos bien abiertos, fantaseamos con aquello que haremos con esos centavos de más, creyendo que por fin, podremos sentirnos más aliviados en cuanto tema de economía familiar se trate. Lo cierto es que lejos de obtener aquel descanso, advertimos desilusionadas que sólo conseguimos cancelar alguna que otra deuda y el sueño del aguinaldo malgastado o ahorrado, se esfuma de nuestras manos como por arte de magia. Todo parece volverse negro.
Y comienzan, inevitablemente, los cientos de miles de reproches por no haber sabido acopiar el dinero, por haber comprado el tele más grande, por habernos encaprichado con ese par de zapatos costosísimos que sólo estrenamos y de paso, estamos convencidas que, si hubiésemos ahorrado lo del tratamiento estético quizá hoy estaríamos con posibilidades de un viajecito. Pero ¿Me hubiera querido calzar el bikini con tanto rollo de más?
Y bue…ya está hecho…no hay nada que hacer para remediarlo.

El replanteo laboral
Como si todo esto fuera poco, debemos sumarle a la ansiedad del fin del año, un motivo decisivo para nuestro futuro: el replanteo laboral.
Cierto es que, si bien no existen estadísticas al respecto, no podemos negar que cuando el año comienza a terminarse, nuestros balances empezarán también a encender luces de emergencia cuando el trabajo existente no satisface ampliamente nuestras expectativas.
Creemos a ciencia cierta que, si debemos replantear estos asuntos, éste es el momento adecuado y comenzamos a actualizar curriculum, revisar clasificados e ingresamos a cuenta búsqueda laboral conozcamos.
Todo para obtener ese puesto que tanto deseamos o algunos más osados, renunciar para poder apuntalar el sueño del proyecto independiente.
Como sea, comenzaremos la búsqueda incesante por el empleo nuevo descuidando, mucho más de lo que lo hacíamos, al anterior. Hasta que comienzan las entrevistas y la ansiedad empieza a disiparse.
Habrá que tener paciencia, porque de lo contrario, nuestra propia naturaleza femenina podrá jugarnos una mala pasada.

¿En tu casa o en la mía?
Cansadas de lidiar contra una realidad alarmante, decidimos que lo mejor será planificar las fiestas para pasar un lindo fin de semana cerca de la familia.
Decididas, nos sentamos a la mesa para debatir el tan mal ponderado: ¿En tu casa o en la mía?
Ellos sin pensarlo dos veces, se despachan con un sin fin de objeciones en relación a nuestra familia y aunque estemos convencidas que están en lo cierto, no podemos aceptar el hecho de que una vez más la navidad sea con sus viejos.
Así es que comenzamos la disputa esperada y madre, padre, hermanos y sobrinos comienzan a ser blanco de nuestras agresiones porque en definitiva, si vamos a pelear, ponemos todas las armas sobre la mesa.
De repente toda su familia se vuelve aburrida, egoísta, mala onda y la nuestra, que tanto criticamos durante el año, parece ser una réplica exacta de la Familia Ingalls.
Ellos conocen a la perfección nuestras artimañas y desarticulan al instante cada una de nuestras hostigaciones.
Nosotras derrotadas, aceptamos que aunque no tengamos el mejor árbol genealógico de la historia, queremos pasar navidad con ellos y prometemos que si eso sucede, el año nuevo será mucho mejor porque iremos bien predispuestas.
Así van pasando los días hasta que alguno de los dos decide ceder y por fin tenemos el lugar (y la familia) para pasar la nochebuena y comenzar el año próximo.
¿Estamos en paz? Nooo!!! Porque vendrán prontamente las dificultades para consensuar menú, vajilla para todos, regalos prometidos y la compra obligada de la garrapiñada en cuestión.
Así es que las discusiones continuarán hasta el mísmimo 24 en el obligadamente nos sentamos a la mesa para tratar de dejar atrás los reproches en pos de una noche especial de encuentro y buenos augurios para todos


Tips para el 2010

Si definitivamente no podemos ir a un gimnasio, organicemos con alguna amiga “exigente” para que nos obligue a salir a caminar desde el 1 de marzo tres veces por semana.
Busquemos dietas que, en lo posible, se adecuen a nuestros gustos y tiempos, no sirve de nada matarnos durante 20 días para terminar comiéndonos una vaca entera en el primer cumpleaños que tengamos. Una buena opción es entender que comer sano, nos ayuda en la integridad.
Hagamos terapia: busquemos un terapeuta recomendado, o una actividad grupal para comenzar a amigarnos con lo que somos, porque aceptándonos podremos generar cambios sostenibles en el tiempo.
Seamos buenas con nosotras mismas: compremos ropa de buena calidad, que nos combine, que nos haga sentirnos bien, evitemos el bisturí.
Salgamos a lugares diferentes: cambiemos de entornos, conozcamos gente nueva, probemos otras opciones. Eso decididamente nos va a hacer bien para nuestra salud mental.
En definitiva, empecemos alguna actividad que venimos posponiendo, sonriamos más seguido, pronunciemos palabras lindas, seamos cariñosos, disfrutemos del relax, leamos un buen libro, compartamos unos mates con amigos porque sea como sea, todo será más sencillo si intentamos ser un poquito más felices todos los días.

Por Julieta Gáname (Nota Central publicada en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Sábado 19 de Diciembre de 2009)


CONFESIONES EN ROSA...:::NOTA CENTRAL:::!!!!!!!!!!

Estimadas/os: tengo el agrado de compartir con ustedes (mis lectores) que Humor Rosa/Confesiones en rosa ha concebido una nueva hija...y dio a luz...si Sres./as ayer sábado 19/12, fue NOTA CENTRAL del Suplemento Mujeres al día del diario DÍA A DÍA.
Es una inmensa emoción para mí...compartirlo con ustedes...
Por ahora les dejo la imagen...en unos días más podrán leer la nota entera!
Gracias a todos por seguir viniendo por acá...los abrazo fuerte!!!
Julieta

Las 5 cosas que más me molestan en esta época:


1. Caminar por el centro y ver los locales atestados de muérdagos y mucha pero mucha nieve, cuando en la vida hemos tenido una navidad nevada. Ya es hora que cambiemos la decoración o intentemos probar con un Papá Noel de bermuda y musculosa…quizás ahí suene un poquito más creíble el señor de barba blancas.

2. Las tediosas costumbres gastronómicas de la navidad: comer, hasta explorar, alimentos a base de chocolate, almendras y garrapiñadas varias. Me pregunto, ¿Para qué me estuve cuidando todo el año si en una sola noche engordo los pocos kilos que eliminé de mi cuerpo? ¿No es hora de cambiar por una ensaladita y alguna fruta de estación?

3. La familia unida: Si durante un año calendario no nos llamamos ni para saludarnos, como es qué, de repente, nos queremos y lloramos juntos brindando en pos de la paz mundial y la bendición del Señor. Sería más lógico que trabajáramos los vínculos durante los once meses posteriores o que en definitiva, sepamos aceptar una Navidad reducida en invitados.

4. El 25 de diciembre y las sobras: Detesto amanecer un 25 de diciembre comiendo la cantidad industrial de comida que sobró de la nochebuena. Me niego a aceptarlo, quiero comida elaborada ese día. Para recalentar, tengo los otros 364.

5. El calor en la oficina: Detesto a más no poder la gente que no cumple horario de oficina. Mientras que cumplo mis responsabilidades con 42 grados centígrados a la sombra, algunos gozan del privilegio de la pileta, el sol y por supuesto, un bronceado caribeño sin ningún tipo de responsabilidad. ¡Grrr!

Aunque pensándolo bien, esta época me genera sensaciones encontradas porque, en definitiva, siempre viene bien una excusa para brindar en familia, reunirnos con amigos y repetirnos una y otra vez, gracias a las copitas de más, lo mucho que nos queremos y extrañamos durante todo el año. ¡Salutti!
Por Julieta Gáname (Texto publicado en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Sábado 12 de Diciembre de 2009)



Machismo y buenos modales...


De nosotras se espera todo el tiempo. De ellos también pero se asume correcto que puedan eructar y estar con cientos de mujeres al mismo tiempo bajo el justificativo de ser verdaderos “machos”. Nosotras en cambio, tenemos que ser Señoras o Señoritas y nada, absolutamente nada puede estar fuera de control, por ningún motivo.

Si ellos pelean, son fuertes. Si nosotras nos tironeamos un poco de los pelos con otras, somos unas taradas.
Si ellos gritan viendo un partido, son fanáticos. Si nosotras nos saludamos, después de mucho tiempo sin vernos con alaridos por demás agudos, somos unas histéricas.
Si ellos hacen concursos de eructos, son divertidos. Si nosotras pretendemos sumarnos, somos marimachos.
Si ellos beben más de un litro de cerveza en 15 minutos, “se la re bancan”. Si nosotras pedimos el tercer vaso, somos unas alcohólicas.
Si ellos comen mucho, se pondrán fuertecitos. Si nosotras repetimos la guarnición, nos mirarán feo y sentiremos tanta “angustia oral” que terminaremos comiendo una vaca entera.
Si ellos se levantan de la mesa para atender el teléfono, son responsables y trabajadores. Si nosotras lo hacemos, estamos mal educadas porque no respetamos ni el momento de la comida.
Si ellos olvidan abrirnos la puerta del auto, lo hacen para no ser “cursi” pero si nosotras pedimos que sean caballeros de vez en cuando la respuesta será inminente “¿Y para que te la tirás de feminista, entonces?
Si ellos se compran una bolsa de chocolates, fue tentación. Si nosotras pedimos Lemon Pie a las 3 AM de un lunes por la noche, somos unas primerizas insoportables.

Feminismo, malas costumbres, buenas formas, machismo…sea como sea a nosotras nos siguen exigiendo buenos modales las 24 horas del día mientras que ellos se justifican y dicen ser “más machitos” cada vez que olvidan las buenas costumbres ¿Y nosotras? ¿Seguimos justificándolos? Me pregunto… ¿La culpa es del chancho?


Por Julieta Gáname (Texto publicado en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Sábado 28 de Noviembre de 2009)

Como para encontrarle la vuelta al mundial!!! (se hace lo que se puede chicas!!!)