Seducida y abandonada

La imagen de este viernes a la noche, es la siguiente:


21.30 hs.
Pintada, peinada, vestida, perfumada y con ropa interior nueva porque él vendría a buscarme para salir a cenar y después a tomar algo.(Nos estamos conociendo)

22.35 hs.
Él jamás llegó. Sólo mando el siguiente mensaje: SE ME COMPLICÓ, HABLAMOS EN LA SEMANA Y ARREGLAMOS OTRA SALIDA…BSS!

Conclusión: soy yo o todos los clavadores, malaspersonas, abandonadores, egoistas, inmaduros, mentirosos me tocan a mí???

23.48
Ya me desmaquillé. Colgué el jeans y guardé la remerita nueva (que me salió una fortuna), me calcé el pijama y devorando un kilo entero de helado de dulce de leche me dispongo a dormir.

SENTIMIENTO: IRA! (Tratar el tema urgente con mi terapeuta)
Mañana será otro día… no?

Sola!

Existen algunos momentos (por no decir todos) en los que indefectiblemente me siento “agriamente” sola:

  • Cuando mis amigas me acercan hasta casa en el asiento trasero del auto de su novio y me piden que vaya al medio “así charlamos en el camino”.
  • Cuando quiero comer pizza y tengo que pedir una enterita porque todavía no hacen delivery por 2 porciones.
  • Cuando, en los casamientos, me ubican en la mesa de los solteros rodeada de niños púberes con sus rostros llenos de acné y demasiada cara de “ganas”.
  • Cuando espero en el semáforo y pasa el chico ofreciéndome flores (Querido... ¿no te das cuenta que es muy triste regalarme flores a mí misma?)
  • La noche antes de mi cumpleaños, porque siempre la paso sola, comiendo kilos de helado y viendo una temporada completa de Sex and The City.
  • Cuando deliro con la idea de hacerles jurar a mis amigos varones que si a los 40 no estoy casada, alguno tendrá que “hacerme el favorcito”.
  • Cuando en las invitaciones de casamientos ponen mi nombre sólo, o lo que es peor, el apellido de la familia para hacerme sentir mejor.
  • Cuando mi mamá siente la necesidad de preguntarme hasta cuando voy a estar sola porque “ya es hora de que formalices con alguno, nena”.
  • Cuando voy al súper y soy víctima de las promociones dos por uno que, definitivamente, no me sirven.
  • Cuando quiero acceder a promociones en “base doble” y me veo imposibilitada por ser “sola”.
  • Cuando sumo un nombre más a la lista de hombres que prometieron llamarme y jamás lo hicieron.
  • Cuando una de mis amigas solteras me cuenta con bombos y platillos que conoció a alguien “alucinante” y podría pensar seriamente el asunto de la convivencia.
  • Cuando organizan asado en el trabajo y algún desubicado pregunta si es con parejas incluido.
  • Cuando me siento en un bar y la muy descarada de la moza me pregunta si me toma el pedido o si estoy esperando a alguien (que nunca llegará)
  • Cuando todas mis amigas se ponen de acuerdo para salir el viernes por la noche conmigo, porque el sábado es salida con novios.
  • Cuando mi mamá me invita a las tardes de té que organizan con sus amigas de cincuenta, sábado de por medio.
  • Cuando me enfermo, porque nunca está ese buen hombre que te trae el desayuno a la cama si tenés unas líneas de fiebre.
  • Definitivamente, cuando por fin decido salir a “reventar la noche” y a la primera persona que me cruzo en el bar de siempre es a mi ex, de la mano de su flamante nueva novia, que promedia los 22 y se acaba de hacer las lolas.

He vuelto...

Hace mucho que no escribo, es cierto. Parece ser que “el príncipe” que se cruzó en mi camino logró silenciar algunas cuestiones que antes salían a gritos de mi ser. Sin embargo, ha llegado nuevamente la inspiración para hablar, es más, él mismo me la ha devuelto.
Parece ser, definitivamente, que para los hombres (o para el mío por lo menos) nada es suficiente, ni siquiera el haberle concedido mi silencio femenino.
Asi es que, cansado de no se bien qué, armó su valija, dejó la cama destendida y la taza de café con leche sin lavar (algo que él bien sabe, detesto!) y se marchó de casa acusando confusión.
Si señoras, me dejó con la palabra en la boca (o el silencio, mejor dicho) y pidió “tiempo y espacio para pensar” (sólo él sabe de qué, por supuesto).
Me dejó mudita y sin compañía, y con escasas explicaciones se despidió con un hermoso beso en la mejilla después de algunos meses de convivencia. (what???)
Imagínense todo lo que este cuerpo femenino (y sus respectivas hormonas) pensaron, sintieron, imaginaron después de aquella partida. Pues bien, acá estoy, volviendo a plasmar en renglones todo lo que él me dejó, a saber: luz y agua sin pagar, una cama de dos plazas sólo para mí, algunos calzones sucios que, no sólo no lavaré sino que desecharé y los sueños de una vida compartida con “el indicado” tirados a la basura.
Se fue sin siquiera pedir disculpas, ni dar razones, y mucho menos darme la más mínima explicación del asunto.
En resumen, volvemos al ruedo, léase: a escribir se ha dicho! (con todo este malestar y mucha necesidad de catarsis saliendo hasta por las orejas.)
Una vez más, espero que les sea leve… nos leemos en breve porque esto, al parecer… continuará por largo rato!

Como para encontrarle la vuelta al mundial!!! (se hace lo que se puede chicas!!!)