TODOS LOS JUEVES

Ese jueves y de manera excepcional, me dediqué minuciosamente a observarlas. Alrededor de esa mesa de bar había, además de quien suscribe, tres mujeres compartiendo una charla y un exquisito mate recién preparado. Todas ellas son mis amigas, las de verdad, las del alma.
Como no podía ser de otra manera, en esa mesa había gustos diversos, opiniones encontradas, voces más fuertes, tics nerviosos y algo de humo. Cada una con sus características. Todas diferentes y especiales para mí.
A mi derecha “la gritona”, esa amiga que siempre levanta la voz por encima del resto para llamar la atención. “La gritona” es la que habla más fuerte, ríe más fuerte, tose más fuerte y hasta llora, todavía no se cómo lo hace, más fuerte. Es esa amiga que cuando estamos enojadas con la vida, nos toca el timbre y nos obliga a salir de la cama, nos exige “ganas de vivir”, nos seca las lágrimas, nos convida un cigarrillo atrás de otro y nos apuntala para seguir buscando trabajo como sea. Es esa que mete la pata cada vez que rogamos que no lo haga y es también la que vivirá corriendo por la cantidad de compromisos en su agenda. “La gritona” es un torbellino de energía, nos defiende de cualquier maldad y pone el grito en el cielo cuando estamos haciendo mal las cosas. La mayoría de las veces aturde, es cierto, pero también es cierto que la mayoría del tiempo, la queremos con locura.
Al lado de la “gritona”, está sentada “la inadvertida”, este tipo de amiga suele permanecer callada la mayor parte del tiempo, escucha sin condiciones y por lo general está atenta a lo que sucede en la reunión. “La inadvertida” es suave en sus gestos y tiene modales excelentes por lo que siempre es la elegida a la hora de un compromiso o invitación formal. Se caracteriza por sus comentarios acertados, pero sólo los pondrá en evidencia si realmente le pedimos que lo haga porque preferirá llamarse al silencio. Es esa amiga que cada vez que un muchacho olvidó llamarnos, escucha una y otra vez nuestros quejidos, mientras nos acaricia el pelo haciéndonos sentir más comprendidas. “La inadvertida” es callada y sumisa pero, si advierte que necesitamos de su defensa, se volverá una leona para protegernos a cualquier precio.
Al lado de ella está “la piñón fijo”, esa que en todo momento logra dibujarnos una sonrisa en la cara, incluso en reuniones depre tipo velorios o entierros. Todos admiran su sentido del humor y sus ánimos para enfrentar cualquier obstáculo. “La piñón fijo” sabe como alegrarnos el día y siempre hace uso de su humor desopilante para ayudarnos a romper el hielo. Es la que nos enseña el arte de vivir alegremente y nos habla de lo bien que le hace ir a yoga, meditar y admirar las pequeñas cosas de la vida. “La piñón fijo” nos da una mano en cada cumpleaños levantando cualquier reunión y divirtiendo a todos nuestros invitados. Por lo general es el centro de la reunión y aquella amiga que siempre llamamos para que nos explique lo del vaso medio lleno. Es esa que nos llena de fuerzas, siempre tiene buen ánimo y lo contagia al resto. “La piñón fijo” nos ayuda a abordar a nuestras suegras, a retar a nuestros hijos, a hablar con nuestros jefes y a hacer todo eso, de buena manera. Es esa compañera que nos llena de vida y nos hace sonreír un montón de veces al día.
Sin ella, sin la “la gritona” y sin “la inadvertida” ninguna de esas reuniones de jueves podrían ser lo que son. Cada una con sus sueños, con sus miedos y sus realidades. Cada una siendo mujer y amiga como puede. Cada una siendo especial para la otra todos los jueves, toda la vida.

Por Julieta Gáname (Texto publicado en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Sábado 10 de Abril de 2010)

1 comentario:

MARY dijo...

ES MUY PERO MUY REAL LO QUE DECIS. SIGUE CHIQUITA!
MARY

Como para encontrarle la vuelta al mundial!!! (se hace lo que se puede chicas!!!)