Una vez al mes!

Una vez al mes, algo cambia en nosotras. Y digo algo, por no sonar exagerada al decir “todo”. Porque en verdad, más allá de confirmar una otra vez que “hicimos las cosas bien” por el momento, nuestro pobre cuerpecito tiene que vivir y revivir mensualmente un millón de cambios y sensaciones que sólo nosotras conocemos.
Parece mentira y exagerado pero cuando se acerca la fecha que tenemos marcada en el calendario comienzan inevitablemente las ganas de llorar por cualquier motivo, la necesidad inminente de comer una docena y media de facturas con crema en cuestión de segundos, los dolores corporales en todo el cuerpo (no sólo los ovarios) y el deseo de tener un trabajo que permita tomarnos dos días al mes sólo porque nos vino y no queremos cumplir con ciertas obligaciones laborales como sonreírle a cualquiera.
Sin quererlo una palabra expresada “algo fuerte”, una mirada poco agradable y hasta que olviden abrirnos las puertas del auto puede desatar en nosotras deseos irremediables de arremeter contra todo aquel que se cruce por nuestro camino.
Como si fuera poco, nos sentimos hinchadas, nos vemos más gordas, y tenemos sensaciones de incomodidad corporal cada cinco segundos (en promedio). El hambre y la ansiedad se acomodan en nuestro estómago y no existe exquisitez capaz de subsanar esa sensación de vacío, ni la torta más rica, ni el helado más grande, ni la lasaña con la que nos antojamos a las cinco de la tarde.
Para variar, entre atracón y atracón, hacemos zapping durante horas y cuando por fin encontramos esa tonta comedia romántica que nos hace pensar en “nada”, comenzamos a llorar desaforadamente porque la protagonista fue abandonada en un café por su “hombrecito”, algo que lejos de inquietarnos debería confirmarnos lo muy parecidos que son todos ellos al fin y al cabo.
En definitiva, una vez al mes como mínimo, somos víctimas del cambio corporal más extremo que jamás haya existido y nada podemos hacer al respecto.
En lo personal opté por tomarme algunas licencias esos días: mastico todo aquello que esté al alcance de mis manos aunque eso signifique incorporar solo hidratos de carbono durante horas, lloro como una maniática sin remedio e invierto cantidades industriales de dinero en pañuelos descartables y maltrato a todo aquel ser humano que se cruce por mi camino, sólo para sentir un ápice de bienestar.
De más está decir que hoy estoy en unos de esos días y lo único que puedo hacer es este tipo de “catarsis” para comenzar a sentir tranquilidad por haberlo podido expresar después de todo, por lo demás ya voy ingiriendo un kilo y medio de helado de dulce de leche granizado (porque el antojo es con sabor incluido) además de haber permanecido en la cama más de lo habitual para ser día sábado y haber prescindido total y absolutamente del maquillaje facial porque no se me de la regalada gana de revocarme.
¿Mi buen humor? Creo que a simple vista advertirán que ni eso puede subsistir en estos días de indisposición inevitable.
Ojalá que alguna vez comience a acostumbrarme a esta situación mensual y sepa aceptarla con grandeza, algo que claro está, por el momento no sucede. ¡Que nos sea leve!

Por Julieta Gáname (Texto publicado en el suplemento "Mujeres al día" del diario Día a Día - Octubre 2010)

No hay comentarios:

Como para encontrarle la vuelta al mundial!!! (se hace lo que se puede chicas!!!)